Es opinión común considerar el Caos como sinónimo de desorden y falta de acción.. Asociamos la falta de razón, la irracionalidad, con el Caos, e inmediatamente sentimos desagrado, como si todo lo que no fuese racional resultase negativo, caótico. Es una de las capacidades del hombre moderno, hijo del mundo científico que surge del Renacimiento, que es dueño de ordenar el mundo a gran escala. De ahí que todo lo que asociamos con desorden y falta de utilidad lo llamamos caótico, y lo clasificamos como negativo.
No era esta la visión de los pueblos antiguos; a través de sus mitos y sus poemas nos han dejado una visión del mundo repleta de dioses y de fuerzas creadoras, que si bien no parece demasiado racional sí despiertan dentro nuestro a través de la poesía y de la intuición un mundo que nos resulta muy familiar. En esos mitos el Caos siempre aparece como la gran causa creadora, una especie de sustrato básico del cual surge el Orden, desde los dioses primordiales hasta la propia humanidad. Todo ellos está presente en el Caos, como de alguna forma misteriosa para nosotros el árbol está presente en la semilla.
Durante el siglo XX se ha producido toda una serie de revoluciones científicas que han dado nuevo interés a la visión tradicional y mítica del mundo. La paradoja del observador en la mecánica cuántica, el continuum del espacio-tiempo en la teoría de la Relatividad, eran semillas de un nuevo orden, menos rígido y determinista que el anterior, más irracional, más caótico. Bajo esa nueva óptica los científicos han vuelto su mirada a los viejos mitos, observando que bajo las viejas historias había oculto un legado profundísimo de enseñanzas. A través de las siguientes líneas realizaremos un viaje a través de la ciencia y de la mitología, y rescataremos al Caos como gran potencialidad oculta de todas las cosas.
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